sábado, 18 de agosto de 2012

El fruto prohibido

Y Dios le dijo al hombre que gobernaria por sobre las bestias, y que podia alimentarse de todos los frutos que existian en el Paraiso. De todas excepto de los que daba el arbol del Bien y el Mal. Y el hombre lo tenia todo para él, solo con esa pequeña condicion. Hasta que vino la mujer y se lo ofreció en bandeja... Adan lo probó y.... bueno, ya sabemos lo que pasó después. Todo a la punta del cerro. Adios Eden, adios bienestar, adios provilegios. Todo por comer del fruto prohibido.
Esa historia sigue repitiéndose dia a dia, en distintos escenarios, y en distintas dimensiones, pero manteniendo un factor común: La facilidad que tenemos las mujeres para tentar a un hombre hasta lograr que haga cosas que no pensó, que no buscó o de las que simplemente no se dio ni cuenta.
Será que los hombres son muy tentados o tienen el ego muy alto, o que las mujeres somos buenas "vendedoras" o simplemente muy yeguas? Creo que es un poco de todo.
El ego de los hombres les juega en contra siempre. O quizá no es el ego, sino la cultura y crianza machista que les ha hecho pensar y creer toda la vida que son los que mandan, los que buscan, los que conquistan, y no les permite ver muchas veces solo han reaccionado ante nuestras acciones... acciones pasivas y silenciosas mucho mas efectivas que el mazo y el mechoneo cavernicola.
En ese sentido, las mujeres somos mas astutas: Definimos lo que queremos, cómo y cuándo. Determinado eso, definimos la estrategia a seguir. Un par de intentos, y listo. Macho al plato.
En este momento mas de alguien está pensando que no es así de facil.... y puede ser. Pero saben que? sí es facil, es cosa de querer y saber hacerlo... y claro, de tener a la yegua interior suelta.
Hay que saber hacerlo. A un niño no le entregas una bolsa de dulces, se la come toda, se le va el entusiasmo y le duele el estomago. Primero le muestras la bolsa, para que vea lo que hay dentro. Luego le das uno, el mas pequeñito de muestra, solo para probar. Pero debe ser casi el mas rico, para que enganche. Y cuando pide el segundo... cierras la bolsa y te vas. Claro, si la muestra solamente es gratis, por el resto de la bolsa, que se entregará de a uno en uno obviamente, deberá pagar un precio. Y el precio será lo que quieras obtener finalmente. Cuidado con ponerlo muy barato o demasiado caro, si tampoco hay que aprovecharse!
Y bueno, volviendo al tema del fruto prohibido, los hombres no saben diferenciar muchas veces, si lo que habrá en la bolsa es bueno o malo, en la categoría de bien y mal. Muchas veces ellos solo lo toman, y listo. Fue tan grande la tentacion, y tan bueno el trabajo de la yegua-promotora, que después de comerse la bolsa entera se dan cuenta que les dará una indigestión de aquellas.
Podriamos llamar a esa indigestion "sentimiento de culpa"? Si se comieron el fruto prohibido, claramente.
Hacerlos caer en esa tentacion es algo mas adrenalinico que la conquista, porque nosotras sabemos que les estamos ofreciendo algo que provocará muchas cosas... Algo que quizá nosotras no habriamos querido que le dieran a probar a "nuestro macho"... pero como no es el mio, lo hago igual.
Lo que te llevarás a la boca será muy rico....
Cometelo todo Adan.... que te va a gustar...





La imagen fue obtenida desde el sitio http://bit.ly/NS4qkh 




sábado, 11 de agosto de 2012

La yegua que llevo dentro (lo dije y qué?)

La yegua que llevo dentro quiere salir otra vez. Hace tiempo que estaba durmiendo, dopada quizá, para que se mantuviera escondida sin estorbar. Claro, estaba un poco cansada de tanto ajetreo, y decidí mandarla de vacaciones mientras sentia estar en el Maravilloso Mundo de Disney.
Desde su lugar, y media escondida, me hacia señas para que yo la liberara. de cuando en cuando trataba de escapar haciendome pensar o decir cosas... cosas que luego tenia que arreglar para que nadie se diera cuenta que la yegua que llevo en mi estaba tratando de volver a las pistas.
Hasta que me di cuenta que la yegua es una parte de mi, asi como lo es de todas. Toda llevamos una yegua dentro. Algunas la escondemos, otras la liberan. En muchos casos, la yegua es la que manda, y es la que se ve.
Si, todos esos pensamientos malignos que hemos tenido, son las palabras de la yegua que queremos silenciar. Todas esas miradas, silencios y actitudes frias y calculadoras son de la yegua que habita en cada mujer.
La yegua me hace desconfiar de todas y cada una de las palabras que ellos dicen, y me hace dar los mejores consejos a mis amigas, asi que podriamos decir que es la sabia de las dos. La yegua me recomienda hacer ciertas cosas, me dicta aquellas preguntas de verdadero o falso que les he hecho para sacarles una confesión (sabiendo las respuestas correctas, porque la yegua ya me las habia soplado), asi que podriamos decir tambien que la yegua es la astuta.
La yegua me alerta de esos detalles que solo las yeguas pueden detectar, como los cambios de voz, las miradas evasivas y las llamadas repentinas e inesperadas, porque la yegua siempre está alerta y no se le escapa una.
La yegua que llevo dentro quiere volver. Dice que se aburrió de tanta calma y tranquilidad. Eso no va con nosotras. Nosotras necesitamos acción, emoción, sentir cosas en cada instante.  Necesitamos el desafio constante que requiere la conquista, el acecho de la presa... el ocultarle al mundo que es la yegua la que manda!
Todas tenemos una yegua dentro, a la que me diga que no, no le creere. Todas quisieramos que la yegua fuera la que mande, pero preferimos ocultarla porque nos han hecho creer que son malas. Y no, las perras son las malas porque son las que hacen sufrir. Las yeguas nos mantienen despiertas, alertas y vivas. Son inofensivas, pero utiles en la batalla de los sexos ( o por el sexo).
Asi que la solté, que haga lo que quiera hacer, al menos por un tiempo. La yegua que llevo dentro es la que está mandando en este momento, asi que vayanle a ella con los reclamos. Ella no tiene nada que perder y siempre mucho que ganar, asi que ahora que está suelta, lo empezaremos a pasar bien.
Ya saqué el disfraz de gata que cubre al de leona en celo.
Pistas, ahi vamos!