miércoles, 18 de julio de 2012

Todas somos Cristina


       Cuando abrí mi blog, comencé a escribir para mí, como parte de una autoterapia para enfrentar el término de una mala relación. Lo hacía como un desahogo de lo que sentía, sin mayores expectativas, hasta que me di cuenta que no era la única. Al compartir mis experiencias vi que habían otras Clau con historias mas terribles, graves o desastrosas… o graciosas si queremos mirarlo también por ese lado, pero con un factor común: Un pastel en nuestras vidas (pastel de novias en mi caso, ja!).
            Y así empecé a compartir mis experiencias con hombres y mujeres, conocidos o no, y a oír historias. Mejor dicho, a poner atención y volverme empática con dichas historias que siempre han existido y seguirán estando presentes, pero que la gente prefiere callar, principalmente las mujeres, para no tener que enfrentar la realidad ni las criticas ajenas. En  más de alguna ocasión alguien me dijo “tenís pa escribir un libro”, a lo que yo respondía “una teleserie mejor” entre risas, pero en el fondo pensando, ¿a quién le podría interesar una historia de engaño, desamores, caídas y recaídas de una mujer? Si es algo tan común, tan de todos los días. Porque, ¿a quién no le ha pasado?
            Y apareció el fenómeno de “Soltera otra vez”, en que Cristina, una mujer normal, con pega y vida normal, en un minuto pasa a ser más normal aún. Porque convengamos que a estas alturas del partido, alguien que no ha pasado por el 10% de lo que ella pasa, es un alien. El problema es que nadie lo reconoce.
            Claro, si no es bonito reconocer que te pusieron los cuernos en tu propia cama o que jugaste a las camitas calientes. Tampoco que fuiste un zombie por un periodo, mas o menos largo dependiendo de cada una, o que media borracha hiciste cosas de las que al día siguiente te quisiste arrepentir, como hacer la del curao-mensajeador llamador, o la de dedicarle “temitas” en un karaoke (¿quién no ha cantado la del falso enano rencoroso a todo pulmón?).
            ¿Quién no sintió que se moría la primera, segunda y quizás enésima vez que lo vio (personalmente o en fotos) con la yegua? Y sobre lo mismo ¿Quién no la trató de yegua?
          ¿Quién no pensó que podía recuperarlo, y urdió un maquiavélico y perfecto plan para hacerlo? Todas. Todas pensamos alguna vez “esto debe ser algo momentáneo, si él me quería a mí, ella es solo una calentura, una tontera del momento. El debe estar echándome de menos, sin saber cómo buscarme, arrepentido y no sabe cómo dejar a la yegua, que seguro lo debe tener amenazado y/o embrujado. Yo lo conozco, sé que ella no le debe estar dando lo que yo le daba. Para ella debe ser una entretención, lo nuestro era de verdad”…. Y ¿qué pasó? ¡Se quedó con la yegua igual!
¿Quién no intentó rehacer su vida, sin tener el tema resuelto, y se encontró un sicópata acosador? ¿Quién no tiene un amigo que se las dio de celestino y te presentó al tipo más latero que podía existir en la faz de la tierra? ¿Quién no intentó volver con un ex para recordar, tarde, por qué era un ex?
            Pregunto de nuevo, ¿A quién no le ha pasado?
          Esa risita que esbozaste me confirma que sabes de lo que hablo. Me confirma que conoces casos (como testigo, claro, porque jamás reconocerás que fuiste protagonista) de cosas voladoras: por la ventana, por el balcón o en interiores… Me confirma que pasaste horas mirando las lindas fotos que se tomaron y revisando las nuevas que él suba. Que releíste sus mail. mensajes y actuales estados, tratando de sacar conclusiones del tipo “¿estará bien con ella?, parece que algo le pasó…” Que calculaste la fecha en que la pudo conocer, en que ella lo engatuzó, y los días que estuvo con “esa”, comparándolos con los días en que no lo viste. Pero por sobre todo, me confirma que en más de una oportunidad te preguntaste qué hiciste mal para merecer lo que sucedió sin hallar la respuesta. Y, ¿sabes cuál es la mejor respuesta? Que él es un pastel, que a todas nos gustan los pasteles en algún momento de la vida, y que el mundo está llenos de pasteles esperando matar de diabetes amorosa a alguien. Ahh, y que siempre hay una yegua dentro de todas nosotras esperando su oportunidad para comer pasteles ajenos.
            Adiós con ellos. Bienvenidas las nuevas Cristinas, que son capaces de contar sus historias y decir la verdad. Que son capaces de reconocerse, aceptarse, reconciliarse con sí mismas y sanarse. Esa es la mejor forma de encontrar al bombón que siempre estuvo a tu lado y no viste.
           Mientras, hablemos, compartamos y aprendamos de todas las Cristinas que comiencen a salir del closet en el que nos dijeron que debíamos escondernos, para salir al mundo de bombones que hay allá afuera esperando… esperando por una leona en piel de gata que se atreva a buscarlos.
            Yo soy una Cristina ¿Y tú? 



lunes, 9 de julio de 2012

¿O es muy obvio lo que estoy diciendo?


        Hace pocos días terminó el reality "No basta con ser bella" que tenía por fin buscar a la nueva Miss Chile, y como adicta a los realitys, lo vi cada semana. Ahí veíamos a un grupo de jóvenes luchando por ser la mejor representante de la mujer chilena.
         Durante la competencia, las candidatas a Srta. Chile debieron sortear arduas pruebas, como adelgazar hasta casi recuperar el peso que tenían al nacer, aprender a caminar con tacones, decidir si ponerse o no implantes mamarios, etc. Todo incluyendo la prueba más difícil de todas: Lograr decir una oración con al menos 10 palabras, sin repetir ni equivocarse.
          Cuando vi la final, me di cuenta que estos años de tevita me han dado un gran regalo: Tolerancia. Si, hace un par de años atrás habría saltado sobre el televisor gritando y alegando el cómo una mujer adulta no sabía cosas tan básicas como nombres de personajes chilenos, situaciones del país, o cosas que se logran con un esfuerzo tan simple como leer o ver los titulares de las noticias. Ahora me da risa.
         Muchas de nosotras cuando niñas quisimos ser una Miss alguna vez, que es lo que las niñas de hoy sueñan en su versión de princesas. Volvernos el prototipo de la mujer con vestido grande, rosado y brillante. Quizás por eso ambos conceptos van muy unidos: Ser Miss (y sus derivados) y el rosa. Rosadamente obvio como dirían por ahí.
            Siempre he tenido problemas con las "rosadas". Me gusta el color, pero para mi sobrina de 8 meses o para Hello Kitty, no para ser la bandera de una mujer. Estudié en liceo de niñas, y recuerdo a una compañera con la que nos reíamos de las rosadas (quizás hoy se llame bulling...). Ella siempre decía que le daban ganas de tomarlas por los hombros, zamarrearlas y decirles "habla como mujer!".
           Quizás es eso lo que me estresaba. Ver a una mujer en actitud de pedazo de carne, de envase. Saber que hay quienes pueden decirme en detalle las 10 diferencias entre un brillante y un diamante al momento de elegir "la roca", pero no saben el nombre real de Gabriela Mistral. Que saben cuantas calorías tiene cada bocado que prueban, pero jamás han visto un campamento en el que con suerte hay pan para la once. Y es que terminan convirtiéndose en rosados envases, usando y abusando de su condición vacía.           Probablemente tontas no son, quizás es solo un tema de prioridades.... si, eso espero, de lo contrario, al carajo años de luchas por el género....
            A lo anterior, sumémosle el tema de las rubias. ¿Cuánta rubia poco inteligente (por no decirle tonta) hemos visto caminando por la calle? Y es que nunca he entendido por qué todas quieren serlo sabiendo los prejuicios, fundados o no, que los tonos por sobre el 8 han tenido, y tendrán, por los siglos de los siglos. Quizás por eso he sido colorina y castaña tantas veces en mi vida, huyendo de mi pasado de niñita rubiecita.
            Y bueno, si decidiste ser un envase rosado, puedes dedicarte a hacer eventos en discoteques, salir con futbolistas, aparecer en televisión y hacerte  famosa por esa misma rosadez, la que generalmente va acompañada de ... mmm ... nada?. Ah, no. Acompañado de una buena suma de dinero, y es que ser un lindo envase puede llegar a ser muy rentable. El remate sería ponerte dentro de una caja y mostrarte en una estantería.
            Así, me es imposible no pensar en que en una noche meneándome en una discoteca puedo ganar lo que quizás en un año gana una persona con 4° medio aprobado. Entonces, ¿Para qué me esfuerzo en saber cuál es la isla más grande de Chile si eso no le reporta dinero a nadie?. Y ojo, que muchas de las rosadas faranduleras no han terminado ni la media… Estudiar, trabajar, especializar…. ¿A quién más le suenan estas palabras?
            Voy a volver el tiempo atrás, hasta mi adolescencia, para comenzar a preparar mejor mi futuro. Qué Universidad ni nada, debo dejar las marraquetas con mantequilla y las chorrillanas; aprender a decir que robar es malo, que los elefantes son animales; que lucho por que no hayan diferencias de razón social, y que ojalá Cecilia Bolocco y el Papa perpetúen la especie. Ahh, y que deseo la paz del mundo….

           Concluyendo, me dirijo a los líderes estudiantiles: Escolares y universitarios de Chile, están perdiendo el tiempo marchando por educación gratuita. Deben replantearse. Pidan cirugías plásticas gratuitas y de calidad!

O es muy obvio lo que estoy diciendo?


Columna escrita para  www.espaciob.cl